Artemisa

Olga Broumas

(Traducción autónoma de Itzeltal)

No bebamos té. El vino blanco

mueve a la mente con ligereza

por las laderas 

del cuerpo fiel, ayuda

a cualquier memoria alguna vez tallada

en las riberas

gemelas del cromosoma, a emerger, tentativa

desde la arqueología de un pasado fragmentario. 

Soy una mujer

que comprende 

la necesidad de un impulso cuya meta u origen

aún duerme fuera de mí. Crío a la cabra

no sólo por razones pastorales. Trabajo

en plata las formas como lenguas

que redondean una garganta

una axila, el alto

muslo, cuyo sentido se aviva en mí

como un alfabeto curviforme

sin admitir

interpretación, parece

consistir en vocales que empiezan con O, la O-

mega, herradura, cueva del sonido. 

Qué fragmentos diminutos

sobreviven, mutilados en nuestra lengua. 

Soy una mujer comprometida

con una política

de transliteración, la metodología

de una mente

aturdida por los repentinos

cambios posibles de sentido, ante lo cual

como las amnésicas

en una celda en llamas, debemos

encontrar palabras

o arder.


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