Altar

En esta รฉpoca quisiera dar homenaje a los dolores de la reminiscencia, a nuestras historias que quedaron a la deriva del tiempo, quisiera recordar de manera acentuada lo que vivimos y dar vida, aunque sea en vuelo imaginario, a lo que no vivimos. Es un tiempo solemne, a veces de fiesta, para recordar nuestras muertes.

Nos quiero poner un altar con fotografรญas de los dรญas en Revoluciรณn, La Alameda o Bellas Artes. Traer un pedazo generoso de sรกbana del Hotel Congreso y colocarlo como el mantel, preparar chocolate caliente y ponerlo en un vaso del Jarocho o La Parroquia, picar papel con las figuras de nuestros pulmones, รบteros y corazones. Las veladoras que nos muestren un camino, aunque sea el camino paralelo de nuestros destinos. Tambiรฉn quiero llevar fruta fresca y frutos secos -el contrapeso vital-, algunos dulces, pero no de coco, crรกneos de chocolate y la bandera con nuestros nombres.

Quiero dar santa paz a las que no pudimos ser, honrando el intento, por mรกs tenue que fuera.

Pero en el fondo, y si te soy sincera, todo lo hago para seguirte trayendo al presente, asidero de mis dรญas, manglar de estas aguas en las que soy ola, muelle y barca. Soy la que se mueve hacia tus tierras, la que te busca, la que te espera.

El altar es (a) la espera definitiva.






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